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¿Eres de los que piensan que la posición del misionero es una imposición occidental, o peor, religiosa y conservadora?

Más allá de su nombre, los registros antropológicos indican que no es así, sino que fue la postura copulativa favorita de la mayoría de las culturas alrededor del mundo.

De acuerdo al reconocido etólogo Desmond Morris, existen dibujos de esta posición en vasijas de las tribus más antiguas.

missionary-sex-positionLa antropóloga Helen Fisher asegura que la peculiar disposición de la vagina inclinada hacia adelante y el sexo cara a cara alentaron la copulación social, donde el coito dejó de ser aleatorio y los involucrados eligieron mirarse entre sí, y establecer relaciones de intimidad y entendimiento… los cimientos del amor.

Este hecho también tiene una razón evolutiva relacionada con la función del orgasmo femenino. Los seres humanos demuestran una actividad sexual más intensa que cualquier especie de primate, y también desarrollan un cortejo y un lazo mucho más prolongado.

El misionero facilita la estimulación del clítoris durante la penetración. La hipótesis asegura que el orgasmo femenino evolucionó para aumentar los lazos de monogamia, facilitar la crianza y sobrevivencia de los hijos, y alcanzar sentimientos familiares reparadores.

Así, cada vez que estés en la posición del misionero, cara a cara con tu pareja, recuerda que estás en una forma superior de intercambio sexual, donde fluyen líquidos, energías, miradas, emociones y fantasías que, hasta la fecha –sabia evolución– nos hacen querer permanecer con alguien en particular.

Adaptado de Historia íntima del orgasmo, Jonathan Margolis
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